Cuando en las dulces sesiones de silencioso pensamiento convoco memoria de cosas pasadas, suspiro al recordar tantas cosas anheladas y con viejos dolores lamento el desperdicio de mi tiempo querido; entonces se inunda mi ojo, habituado a no llorar, por los valiosos amigos escondidos en la noche sin tiempo de la muerte y lloro una vez más angustias de amor desde hace tiempo olvidadas, y gimo sobre la pérdida de tantas imagenes desvanecidas. Entonces vuelvo a lamentarme ante desgracias ya pasadas, y pesadamente, de dolor en dolor, volver a contar la triste cuenta de los a sufridos lamentos, la cual nuevamente pago como si no la hubiera pagado antes.
Pero sí, mientras tanto, pienso en tí, querido amigo, y todas las pérdidas son restituidas y los dolores terminan.
Soneto XXX
William Shakespeare
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